¿Cuánto dura un embarazo?

Se dice que un embarazo dura nueve meses. Sin embargo, los especialistas lo miden según las semanas de gestación. Y ahí está la clave: cada uno de los días que el bebé por nacer pasa dentro del útero de su mamá tiene una importancia vital para su desarrollo.

Le preguntamos a Lidia Giúdici, médica pediatra y neonatóloga, cuánto dura un embarazo. Y la respuesta fue: entre 37 y 40 semanas.

Cualquier bebé que nazca antes, se considera prematuro. Y de acuerdo a la semana de gestación, hay diferentes categorías de prematurez. Los bebés que nacen antes de completar las 29 semanas de gestación son extremadamente prematuros. Si nacen antes de terminar las 32 semanas de gestación, son muy prematuros. Si nacen antes de completar la semana 34, son bebés prematuros moderados. Y si nacen antes de las 37 semanas, son prematuros tardíos, ya que no tienen la gestación completa, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) comprende entre 37 y 40 semanas.

 

¿Qué significa nacer antes de tiempo?

“A más prematuro, más riesgo de tener complicaciones. Definitivamente un bebé menor de 32 semanas no puede vivir sin el auxilio de la terapia neonatal, fuera del útero materno. Son muy inmaduros”, explica Lidia, quien también se desempeña como directora académica de la Asociación Latinoamericana de Seguimiento Pediátrico y Neonatal (ALSEPNEO).

Si esa prematurez se dio por alguna complicación materna (como por ejemplo: hipertensión, preeclampsia o eclampsia), entonces el bebé, además de ser prematuro, puede ser pequeño para la edad de gestación. Es decir que no tiene el desarrollo que tendría que haber tenido si hubiera nacido de un embarazo sin complicaciones.

Son inmaduros los pulmones (va a necesitar asistencia para respirar), los riñones (hay que tener mucho cuidado con la sobrecarga para filtrar los desechos y producir la orina), el hígado (tiene más riesgo para metabolizar lo más básico que se produce dentro de cualquier organismo, que es la bilirrubina, aumentando el riesgo de tener ictericia) y también es inmaduro el cerebro.

El desarrollo de la neonatología ha permitido que sobrevivan bebés cada vez más prematuros y bebés que nacieron a término pero con problemas complejos (como malformaciones cardíacas, digestivas, urinarias). Hoy pueden sobrevivir patologías que antes eran incompatibles con la vida.

Pero esta asistencia tiene consecuencias, asegura la especialista: “El intensivismo neonatal para el sostén vital de estos bebés y la corrección de sus patologías quirúrgicas es agresivo”.

Es por eso que empezaron a advertir la necesidad de modificar algunas prácticas, como la del uso del oxígeno para prevenir la retinopatía de la prematurez, que sigue siendo la causa más frecuente de ceguera en la infancia. “En nuestro país tenemos un una alta prevalencia de retinopatía en casos inusuales; es decir, bebés de más de 32 semanas que no tendrían por qué tener retinopatía del prematuro”, sostiene la médica y explica que el uso del oxígeno de una manera excesiva puede ser perjudicial.

De a poco se fueron diseñando estrategias para que el intensivismo neonatal no fuera tan intensamente agresivo, sino que se ajustara a lo estrictamente necesario.

 

Terapias de puertas abiertas

Otro de los cambios en la atención de los bebés recién nacidos de alto riesgo fue la incorporación de la familia en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN), para la asistencia y para el acompañamiento.

El cuidado centrado en la familia surgió al principio como una estrategia para los bebés nacidos en países pobres o subdesarrollados que no podían tener acceso a las incubadoras. El método madre canguro, por ejemplo, en el que el bebé está piel a piel con su mamá, lo ayuda a mantener la temperatura corporal, fomenta la lactancia materna y protege el neurodesarrollo.

 

El seguimiento pediátrico y neonatal

Otro factor fundamental para la recuperación de los bebés que estuvieron en estado grave es la implementación de programas de seguimiento interdisciplinarios. Cuando la familia sigue en contacto con el hospital después de recibir el alta, permite que los profesionales vigilen las secuelas y acompañen el crecimiento, para asegurar que sea el adecuado: desde la alimentación hasta la prevención de complicaciones en el desarrollo.

“Es importante que la familia sepa que ese es un derecho de todos los bebés que estuvieron internados con condiciones complejas en el período neonatal”, destaca Lidia Giúdici, al tiempo que enfatiza la necesidad de que sean incorporados a un programa de seguimiento interdisciplinario, donde los profesionales puedan evaluar cómo va progresando el niño en los hitos del desarrollo: cómo se comunica con su mamá y su papá y si existe una buena interrelación entre ellos, además del desarrollo sensorial y el aspecto nutricional.

Esta atención interdisciplinaria debe ser centrada en cada familia de acuerdo a sus particularidades y debe tener una visión holística, para facilitar el tratamiento. A veces, el seguimiento termina a los dos o tres años de vida del niño; otras, continúa hasta que tiene siete u ocho años.

 

Las causas de la prematurez

Las causas de los partos prematuros, que existen en todo el mundo, son múltiples y variadas. Intervienen las condiciones de salud de la mamá (problemas como la hipertensión, diabetes gestacional, malnutrición, infecciones dentarias y urinarias), el estrés y la pobreza, que deja a las mujeres en condición de desatención.

“Por eso es tan importante que si una mujer quiere quedar embarazada se haga un control preconcepcional, para ver si necesita algún chequeo, vitamina o acción especial. Y luego, que en cuanto crea que quedó embarazada haga el primer control prenatal”, sostiene la especialista.