Apoyar la lactancia es bregar por la salud del planeta

Amamantar tiene muchísimos beneficios para la salud física y mental tanto del bebé como de la mamá, eso es algo que hemos escuchado miles de veces.

Pero lo que quizás muchos desconocen es el impacto que tiene sobre la salud del planeta el hecho de alimentar a un bebé con leche de vaca modificada (o leche de fórmula, tal como aparece en los envases).

Por eso entrevistamos a Ana Laura Torres, licenciada en ecología, quien nos explicó por qué apoyar la lactancia materna es un imperativo ambiental.

En primer lugar, hay que destacar que la lactancia materna no contamina y no genera residuos; esos son dos grandes beneficios. Por el contrario, la producción de los sucedáneos de la leche materna (como la leche de fórmula) sí contamina a diversos niveles.

Para producir un kilo de leche en polvo, por ejemplo, se necesitan 4 mil setecientos litros de agua. Debemos hacer énfasis en que el agua es un recurso esencial que escasea, no se renueva y, por tanto, hay que preservar. Somos más de 7 mil millones de personas en el planeta y requerimos agua: es el elemento vital.

La energía es otro de los recursos que tenemos que preservar. Desde el momento en que se obtiene la materia prima (hoy las vacas son ordeñadas por máquinas eléctricas) y durante todo el proceso (deshidratar la leche en la fábrica y calentarla en el microondas para alimentar al bebé en casa) se usa energía. Y esa es una huella ambiental importante.

La emisión de dióxido de carbono (uno de los gases de efecto invernadero) es otro de los impactos ambientales que tiene la producción de sucedáneos de la leche materna. Se da en el transporte de la leche y en todo el proceso de distribución y venta del producto.

Por otro lado, alimentar a las vacas afecta el uso del suelo. Y los animales, como parte del proceso digestivo, emiten gas metano, otro de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

Y como si eso no fuera suficiente, la producción de las latas de leche en polvo también conlleva un gasto energético y emisiones de dióxido (porque hay que fabricarlas y transportarlas hasta donde serán llenadas y después donde serán puestas a la venta). También hay que extraer recursos para obtener los materiales para fabricarlas.

Ana Laura Torres nos recuerda que nosotros, los adultos, somos los garantes de dejarles a los bebés que están naciendo hoy un ambiente saludable, un entorno en donde puedan desarrollarse plenamente y un planeta habitable.

La lactancia materna es una inversión. Como mamíferos, tenemos pocas crías pero invertimos energía en los cuidados parentales. Esa es nuestra estrategia para dejar descendencia y preservar la especie”, sostiene la especialista.

Por otra parte, explica que la lactancia materna tiene muchos puntos de contacto con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), por eso debería estar instalada en la agenda pública y en la del sector privado para ver cómo podemos apoyarla.

Hoy la economía circular se plantea como un modelo alternativo a la economía lineal que tenemos, que es extractiva y está basada en el consumo. Es un nuevo paradigma que empieza a emerger. Es restaurativa y regenerativa. No apunta al consumo, sino a restaurar los recursos y regenerar el ambiente.

Nuestro planeta está enfermo porque estamos atravesando numerosas crisis ambientales: el cambio climático, la deforestación, contaminación (del aire y del agua), megaminería, el tráfico de especies silvestres (cuyas consecuencias son las zoonosis, como la que generó la pandemia por coronavirus)…

El camino al desarrollo sostenible sería empezar a tener esta visión sistémica: entender que lo que ocurre en un lugar puede repercutir sensiblemente en otro.

El concepto “One Health” (una sola salud) nos recuerda que la salud humana está íntimamente vinculada a la salud del planeta. Los desastres ambientales impactan en la salud humana. Tener una visión sistémica es entender que el planeta es un sistema y nosotros somos una parte. No puede haber personas sanas en un planeta que está enfermo.

En Argentina, además, necesitamos una ley de humedales. Los incendios intencionales con fines ganaderos (alimentar a las vacas) también tienen su impacto en la salud humana (aumentan muchísimo las consultas por afecciones respiratorias, debido a la inhalación de humo).

Otro capítulo es la ley de envases, que por ahora no existe en nuestro país. Está basada en el principio de la Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Y obligaría a los que producen los envases a recuperarlos cuando termina la vida útil y a darles un tratamiento ecológicamente viable.

¿Sabías por ejemplo que alimentar a un millón de bebés con leche de fórmula durante 2 años requiere 150 millones de latas de fórmula infantil? Luego de que ese envase se utiliza, ¿a dónde va a parar?

Los residuos constituyen un gran problema y un altísimo costo ambiental y económico. En Argentina, los encargados de gestionar los residuos son los municipios, con el aporte de los contribuyentes. Eso debería revisarse y cambiarse: los responsables deberían ser quienes producen los envases, que deberían recuperarlos y darles un tratamiento aceptable.

En síntesis, la leche materna no consume agua ni energía, no genera gases de efecto invernadero ni degrada el suelo, no consume recursos naturales ni deja residuos.

¿Necesitás una razón más para amamantar o apoyar la lactancia materna?