Si hay un niño, ¡que haya un botiquín!

Hay algo que, como padres y madres, nunca quisiéramos que pase: y es que nuestros hijos se lastimen. Pero lamentablemente esto va a suceder. Caídas, raspones, tropezones, raspaduras… son situaciones cotidianas.

Y en estos casos lo que conviene es tener el botiquín a mano, con todos los elementos necesarios para desinfectar, curar y hacer todo el tratamiento inicial para que nuestro hijo vuelva a tener una sonrisa en su rostro.

Gasa, algodón y tela adhesiva nunca deben faltar. Pero también es importante contar con un desinfectante de primer nivel: alcohol, iodopovidona y agua oxigenada.

Para cuando se presenta una torcedura, es bueno contar con vendas (para vendar o para colgar el brazo). Y también, con dos tablitas de madera del tamaño de una regla de 20 centímetros, para inmovilizar algún brazo o una pierna.

Si nuestro hijo es alérgico, entonces hay que agregar un jarabe antialérgico para picaduras de mosquitos, avispas y hormigas.

Y si el paseo se realiza durante el verano, hay que agregar al botiquín gotas para el dolor de oídos y algún antidiarreico.

Pero tan importante como contar con estos elementos es tener a disposición las vías de comunicación con el pediatra, para hacer una consulta oportuna y realizar la intervención indicada en el momento justo.