Otoemisiones acústicas: ¿por qué hay que hacerle el test al bebé?

La razón más importante para realizar una evaluación auditiva temprana es que entre más temprano se detecte una pérdida auditiva y se intervenga, mejores serán las oportunidades para que un niño tenga un desarrollo óptimo en el proceso de adquisición del lenguaje, en su socialización y más tarde en su desempeño escolar.

Es sabido que la audición cumple un rol fundamental para adquirir y desarrollar el lenguaje. Por lo tanto, un déficit auditivo en un bebé podría obstaculizar el desarrollo normal del habla y del lenguaje, y repercutir negativamente en el ámbito social y escolar, si no se diagnostica a tiempo.

Actualmente, gracias a los adelantos tecnológicos que permiten realizar el estudio de la función auditiva desde el nacimiento, es posible la detección precoz de hipoacusias o pérdidas auditivas, y de ese modo minimizar o prevenir sus efectos adversos.

En nuestro país, la Ley 25.415 establece que a partir del nacimiento y antes del tercer mes de vida, todo niño debe ser evaluado auditivamente, tenga o no antecedentes de riesgo auditivo.

Las otoemisiones acústicas son sonidos producidos por las células ciliadas externas del oído interno, que pueden medirse en el conducto auditivo. Fisiológicamente se registran solo cuando el oído medio está intacto y, por lo tanto, existe una buena conducción del sonido. La presencia de otoemisiones acústicas indica que la cóclea es normal.

Este chequeo neonatal universal y obligatorio debe ser indicado por el pediatra. Es un test simple, rápido y no ocasiona dolor. Es objetivo, por lo cual no requiere de ninguna respuesta voluntaria por parte del niño. Y por todas estas características, esta prueba es una herramienta ideal para identificar en forma precoz una pérdida auditiva.

Es importante recordar que la evaluación de las otoemisiones acústicas es solo el primer paso en la identificación de niños que tienen riesgo de tener una pérdida auditiva.

Utilizando equipamiento especializado, es el fonoaudiólogo el profesional que realiza este estudio y elabora el informe correspondiente, que será remitido al médico pediatra, para que indique los pasos a seguir.