Es una localización irregular de la placenta, una posición no habitual.
Se llama “previa” porque justamente está implantada por delante de la presentación del feto. Es decir que si comparamos al útero con una pera invertida, la placenta previa vendría a estar implantada en la zona más angosta de la pera, que es el cuello del útero, por donde tiene que pasar el bebé.
Rodolfo Lambruschini, médico especialista en ginecología y obstetricia, explica que la placenta previa puede ser oclusiva total u oclusiva parcial, según esté obstruyendo todo el cuello uterino o sólo una parte.
En cualquiera de los dos casos hay que evitar el trabajo de parto y las contracciones intensas, para impedir que la placenta se libere y comience a sangrar cuando el cuello del útero (la zona sobre la que está implantada) comience a dilatarse.
En estos casos, la placenta funciona normalmente: el bebé se nutre perfectamente bien. Pero es una característica del embarazo a tener en cuenta por el obstetra, que muchas veces termina realizando una cesárea para evitar una hemorragia.
El diagnóstico se realiza mediante una ecografía, que va a estar acompañada por un informe en donde se indica que la placenta está obstruyendo el cuello uterino en forma total o parcial.