La audiometría: una prueba que intenta comprobar cuánto somos capaces de oír

Para realizar este estudio, se le pide al paciente que entre en una cabina insonorizada (aislada de ruido) y se coloque unos auriculares. Después, el fonoaudiólogo le presentará una serie de sonidos, que irán disminuyendo progresivamente en volumen hasta hacerse inaudibles para el paciente. Si puede oír los sonidos, deberá levantar la mano y el profesional dibujará una marca en al audiograma. De esta manera, se determina el “umbral auditivo” del paciente; es decir, hasta dónde es capaz de oír.

En los niños, este estudio se llama “audiometría tonal por juego” y tiene algunas diferencias: en vez de levantar la mano, el chico tendrá que llevarse una pelotita de madera a la oreja cada vez que escuche un sonido. Y cuando no la escuche más, tendrá que colocar la pieza en un juego de encastre.

Como es una técnica subjetiva (el paciente debe participar) solamente puede realizarse en niños de más de tres años, que se presten a hacer el estudio.

La sencillez de la prueba contrasta con la validez que tiene; especialmente en la infancia: si el niño tiene un problema en la vía auditiva (la más importante en la adquisición del lenguaje) seguramente tendrá también problemas en la escuela (como desatención y mala conducta).

Por eso conviene prevenir y actuar antes de que la patología se instale.